Esta semana ha venido el psicólogo de la lavadora a casa. El sábado, el aparato pleistoceno (inciso: “¿pero no es nueva?”, comentó la casera), se negó a centrifugar y desaguar. “Cuadro agudo de ansiedad unido a un atranque en la bomba”, dictaminó el técnico, tras lo que se puso a trabajar. Agarra la lavadora, la expulsa de su guarida, la aparta un poco más y… pide un cepillo y un recogedor. Había encontrado un zulo de Maya, nuestra gata-urraca. A saber:
Rollos de papel celo
Pinzas de la ropa
Varios trozos de pan
Otro hueso de pollo
Pinzas para cerrar las bolsas de comida
Gomas del pelo
Pinzas del pelo
Un mechero
Dos cajas de cerillas
Medio bombón
Un dedo humano
Una especie de bola-canica
Varios alambres de los que cierran el pan de molde
Tapas de bolígrafo
Un bolígrafo
Esta mañana todavía metía la zarpa debajo y me miraba inquisitivamente. “¿Dónde está mi tesoro?”…
jueves, 13 de mayo de 2010
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