
Resulta que entre la atmósfera y la estratosfera se encuentra la tetósfera, que carece de nubes y también de otras formaciones meteorológicas. Es un lugar súper tranquilo donde habita la gran teta del mundo que es enorme y autónoma.
Esta teta tiene un solo ojo ubicado en el pezón desde donde antes apenas observaba los sucesos diarios sin que se le moviera un pelo, (sí, toda teta tiene pelo) sin que nada la conmoviera.
Cierto día le ocurrió lo que le ocurre a cualquiera que se precie de ser teta, comenzó a picarle, y el único remedio para este caso era, es y será… rascarse.
Increíblemente ese pequeño gesto la descolocó, pues en verdad era la primera vez que sentía algo. Picazón.
Enorme y pesada, al rascarse se le movió el piso, o la tetósfera, y su tetavisión pasó a ser otra, pues ese leve gesto provocó que un gran chorro de leche cayera sobre la tierra. Los hambrientos abrieron sus bocas y se dejaron beber el alimento caído del cielo, otros pobres también la bebieron y al ver que la leche les llegaba hasta los tobillos la almacenaron sin perder tiempo.
Las empresas de lácteos corrían desesperadas para patentarla, hacer dulce de leche, cremas, quesos y yogurt, pero el trámite era imposible pues se desconocía la fuente.
Todo esto se podría haber arreglado, con unos pesitos por aquí, otros por allá, pero lo cierto es que la teta dejó de rascarse porque ya no le picaba, por otro lado al ver a los acopia-guita de otros cuentos que nadie le contó, pero que ya conocía, haciendo de las suyas para lucrar con su leche, hizo un mea culpa, tragó en seco su propia leche y se durmió embriagada de sí misma.
Por suerte de vez en cuando a la teta le pica la teta y se rasca, entonces se le mueve la tetósfera y descarga millones de litros de leche que niños y otras gentes hambrientas alcanzan a tomar antes que los acopia-guita quieran patentarla y que la gran teta se abstraiga y que ya no le pique la teta de si.
No hay comentarios:
Publicar un comentario